Finales de los ochenta. La Gramenet había conseguido su objetivo el domingo anterior. La semana empezaba con el entrenamiento del martes y los jugadores se estaban cambiando en el vestuario para empezar el trabajo. Estaban todos menos el entrenador. Este era nada más y nada menos que Jaume Creixell y dejó a todos con la boca abierta al presentarse ante sus pupilos. Y es que el "coach" llegó al vestuario vestido totalmente de torero, con capote y estoque incluído. Tras tirar con mucho arte el sombrero de cordobés (que no la montera) agradeciendo a los jugadores la meta conseguida, pegó tres o cuatro pases con la muleta y los brindó a los presentes. Un espectáculo digno de verse.
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